En la actualidad, podemos afirmar con toda seguridad que el fracaso escolar es uno de los problemas más graves que afectan a nuestra sociedad. España es uno de los países que mayor índice de fracaso escolar presenta, como así reflejan los resultados del informe PISA.
¿Y a qué se debe esto? Pues bien, las causas de este fenómeno son múltiples. Puede deberse a alguna patología psíquica que tenga el estudiante, a factores pedagógicos (métodos inadecuados de enseñanza, personalidad del profesor…), así como a factores socioculturales o a factores ambientales (escuela, familia y sociedad).
De todas ellas pienso que la que más influye en la existencia del fracaso escolar no es otra que la propia sociedad. Y pienso que es así porque la sociedad actual ha perdido los valores de respeto hacia el maestro y hacia la institución de enseñanza. De esto parte de culpa la tienen los medios de comunicación: televisión, internet, etc, que promueven en el joven estos antivalores de desprecio y rechazo no solo al maestro sino también a la cultura y al saber en general.
Todo esto hace que los jóvenes (en la etapa de educación secundaria principalmente) no sientan interés alguno en aprender y no se tomen sus estudios en serio, ya que para ellos eso no es lo importante; lo que verdaderamente importa es el presente, pasarlo bien y disfrutar sin tener ningún tipo de preocupación ni responsabilidad.
Este tipo de alumno en la escuela tiene el perfil del típico “pasota” y “graciosillo” que no hace más que fastidiar al profesor. Probablemente en casa su actitud no variará demasiado. Ante esta situación las actitudes a adoptar por parte de padres y profesores son dos: desmotivarlos aún más o, al contrario, ayudarlos y motivarlos para que estudien.
Cuando el alumno, llamémoslo problemático, no es apoyado por sus profesores y / o padres, se encontrará muy desmotivado y no hará ningún esfuerzo por aprender lo que se les exige debido a que le van formando poco a poco un autoconcepto negativo con expresiones como: “tú no puedes”, “no sabes hacer nada”, “no llegarás a ser nadie en la vida”, etc. Bajo mi punto de vista, con el alumno que presenta este tipo de conducta lo ideal sería mostrarle ayuda y apoyo, motivarlo diciéndole que puede, que debe intentarlo y que es capaz de lograr todo lo que se proponga si se esfuerza por conseguirlo. El refuerzo positivo y la motivación es fundamental, sobretodo en estos alumnos.
De ahí la importancia de las expectativas que los profesores tengan con sus alumnos. Pienso que el Efecto Pigmalión (que defiende que las expectativas de los profesores o padres sobre los alumnos se terminan cumpliendo) puede convertirse en un recurso muy bueno para luchar contra el fracaso escolar. Este efecto es comparable a la profecía autocumplida, mediante la cual las expectativas de un individuo respecto a otro afectan su conducta provocando una confirmación de las mismas. Esto quiere decir que los sujetos adquieren un papel a partir de los otros y acaban creyéndolo propio. Se podría decir que somos lo que los demás esperan que seamos.
Por eso es tan importante que profesores y padres tengan altas expectativas sobre el futuro de los jóvenes que son difíciles sobretodo en las aulas; de este modo se podría evitar más de un fracaso escolar.